lunes, 10 de junio de 2013

21/06/2012

Aún la recuerda perfectamente. Por eso estaba seguro de que era Ella. De que era la persona que tanto tiempo llevaba buscando. La Vida se seguía moviendo; no dejaba de aparecer gente nueva por todos lados. Pero por un segundo, parecía que La Vida se hubiera parado. Por primera vez desde El Movimiento, juraría que la había visto de reojo. Juraría que Ella le había devuelto la mirada, pero enseguida volvió a desaparecer.


No fue así siempre. Antes La Vida iba mucho más lenta. La muchedumbre le rodeaba también, pero se movía a una velocidad muy inferior. Daba tiempo a mirar, girar la cabeza hacia todos los lados y saber perfectamente hacia dónde querías ir y qué hacer en cada momento. Hasta que apareció Ella. Entre los huecos que dejaba la gente, siempre la veía a Ella. Nadie se cruzaba en su camino. Nadie le impedía andar hacia delante, dar unos pasos para acercarse a su lado. Pocos metros les separaban, estirando los brazos casi se podían tocar las puntas de los dedos. Pero por un lado, o por otro, esa mínima distancia siempre se mantuvo. 


Entonces llegó El Movimiento. Nunca se olvidará de esa época. El Movimiento les arrasó completamente. La gente comenzó a andar cada vez más rápido por La Vida. Le empujaban hacia detrás, le separaban de Ella y no le dejaban verla. Sabía que estaba ahí, pero ya no la veía. Sabía que entre tanta maraña, había un hueco que sólo Ella ocupaba. Y desde entonces, sólo ha estado buscando ese trocito de Vida. Ese lugar que nadie más llenaría. Y tras tantos años, la había vuelto a ver. Estaba ahí. Era Ella: su cara, su cuerpo, su todo. Fueron pocos segundos lo que la vio, pero suficientes. Suficientes para meterle el miedo en el cuerpo. Para sembrar la incertidumbre en Él, de no tener la seguridad de volverla a encontrar. O peor aún, que si volviera a hacerlo, Ella también se hubiera echado a andar con el resto de gente....

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