Y otra vez a revolver en las noches que me inventé. Las noches que creí tenerte para luego verte desaparecer. Las letras que te mereces, los tonos que expresen lo que tontos como yo deseen.
Que si miras bien eres nada, no más que un cuento de hadas de un minuto, porque fuimos, somos y seremos nada. Pero en ese vacío, en esa parada, vuela esa estrella dorada, fugaz como ninguna. Que se sienta bella, amada y con fortuna, pues una a una experimentan la locura de dar una calada y sentirse solas e inseguras.
Y con esta prueba superada, tú me juras que, entre el mal y el bien, no hay más que un giro de cabeza: un beso en la sien que con toda certeza apuntaba al corazón. Ahora tus labios son, testigos de la labor, que pico y pala hicieron en tierra de dos. Porque chilla más que suena. No es dolor, es pena...de que una virtud sea tu condena.