Echo la vista atrás y observo cómo ha pasado el tiempo. Veo que quién fuiste y quién serás, lo decides en cada momento. No me interpretes mal, sé que no lo aparento, pero en el fondo estoy contento de lo que pude aprovechar. No quiero engañar, tuve muchos aciertos en años de desarrollar el talento y la curiosidad, dejando atrás el desconcierto y la simplicidad. Me hicieron daño, es cierto, pero lo pude superar para encontrar encima la felicidad. Y sé que pasaban las horas inertes, con la tranquilidad y la inocencia de no tener más responsabilidad que callar mi conciencia al verte. Sólo un necio negaría que vivía una utopía donde sólo me faltaba tenerte.
Años después, me encuentro con el presente...y no cambió mi suerte, me atrevo a decir. Hay que aprender a no depender de nada para sonreír de veras, pues se pueden crear cuentos de hadas con lo que tú quieras. Seguro que tienes música, libros, religión, deporte, familia, amigos, pareja o erotismo. Valor, paciencia, fuerza, cariño, compasión, inteligencia, altruismo, atención, lealtad, pureza, abnegación o cinisimo... Pero sobra con dos cosas: amor y tú mismo.
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