Mira a tu alrededor. A todo lo que te rodea. Sí, por una vez aparta la vista del ordenador o del móvil desde el que estás leyendo esto y toma conciencia...de la burbuja en la que estás absorto. No me refiero al aislamiento que ya suponen las pantallas, sino a tus propias barreras, tanto físicas como psicológicas. No nos damos cuenta, pero todos estamos encerrados en un lugar del que nunca podremos salir: nuestro propio mundo.
Por un lado, estás tú. Y por tú me refiero a tu cuerpo, sentado en la silla de tu habitación como tantas otras personas. Y cuando te aburras, seguramente te levantarás a la cocina a por algo de merendar, irás a la universidad o tal vez darás una vuelta con la bici. Circuito cerrado, acabas en tu habitación. Y, ¿ qué harás mañana?. Levantarte, arreglarte, ir al colegio/universidad, quedar con algunos amigos por el centro de tu ciudad, salir de fiesta o a tomar algo...y de vuelta a tu habitación, circuito cerrado de nuevo. No has pensado, pequeño Truman, que bien podría tratarse de un escenario montado cada día a propósito para ti? Personalmente no creo que se trate de eso justamente...Pero sí de algo parecido. Si crees saber dónde está Rusia será por unos papeles con dibujitos llamados "mapas". Si estás convencido de que las Cortes de Cádiz se formaron en 1810, o de que el muro de Berlín se derribó en 1989, no es más que por libros o personas que insisten en que eso es cierto. De religión mejor ni hablamos, pero intuyes por dónde voy,¿no? Nunca has estado ni estarás en la mitad de los sitios que crees conocer, ni asistirás a los hechos más relevantes para nuestra civilización, sencillamente porque no forman parte de tu realidad, y bien podría ser todo una mentira. Pero lo importante de esto, es que todos moriremos dentro de ella. Nadie llegará más allá.
Pero por otro lado, está tu mente, tu alma, tu ser interior o como lo quieras llamar. Aquí cambia un poco la cosa, porque parece que nuestra mente, gracias a la imaginación, no tenga límites. Somos capaces fácilmente de salir de nuestro mundo volando, llegar a otros planetas o universos y crear vida de forma artificial. No hay límites para la imaginación. Y aunque haya gente que ya carezca de imaginación, la parte que me importa de nuestro ser abstracto es la sabiduría. Correcto, la sabiduría. No voy a entrar en teoría del conocimiento desde la edad antigua hasta la post-modernidad, pero sí te voy a decir una cosa que puede que te cambie la vida como lo hizo conmigo: Nadie sabe nada. Subráyalo. Nadie sabe nada. That is the problem. "Ése es el problema", para los que no sepan inglés. La gente no tiene ni idea de nada. Nada más acabar el instituto, nos acordamos de apenas un 20% de todo lo estudiado, que iremos paulatinamente olvidando hasta números irrisorios. Luego, en la carrera, cuando se supone que estás junto a gente culta y formada, te das cuenta de la ignorancia supina que reina en los "altos círculos". Muchos critican a los "tontos" de clase, despreciándolos y creyéndose superiores a ellos, cuando nadie sabe nada. Comenzando por las faltas de ortografía, siguiendo con fanatismos políticos infundados e incoherentes, continuando con la incapacidad de comunicación con alguien que no sea compatriota y acabando (por terminar bien la frase, porque de acabar, poco) con una deslocalización histórica acojonante. Muchos responderán: Y todo esto, ¿qué más me da?, ¿para qué lo quiero saber y para qué me va a servir?
La respuesta, en el próximo post.