Qué me vas a contar
Si ya te hice las preguntas
que no tienen respuesta
Que no habrá próxima vez...
que era esta
Qué me vas a contar
Si ya te hice las preguntas
que no tienen respuesta
Que no habrá próxima vez...
que era esta
Yo no quiero que te vayas,
pero tampoco quiero retener tu llama
para que nadie conozca tu fuego,
ni mojar tu pólvora
para que no prendas junto a nadie.
No quiero eso, ni tampoco
llevarte de la mano hacia ninguna parte.
Solo te dejaría irte de aquí
para que fueras a buscarte
—si así lo necesitaras—
porque significaría que a mi lado
no obtienes las respuestas que precisas.
Cortar el vuelo hacia uno mismo
a la persona a la que amas
es parecido a escribir su nombre
con el bolígrafo que certifica una condena.
No quiero perderte,
pero no te quedes junto a mí
si la fuerza que te empuja
no te impulsa a donde ya estuvimos,
si tus pies no prefieren caminar
en dirección hacia nosotros.
Si esto no te mueve no lo hagas,
no vengas hacia aquí,
dime adiós y no mires atrás
y déjame que aprenda
que echar de menos no es otra cosa
que el peaje de una felicidad que ya ha partido.
Déjame solo y vacío
sin canciones que maquillen el fracaso.
Me sentiré querido si te vas de esta manera,
si no permites que la compasión te mantenga junto a mí,
si eres capaz de arrancarme las esperanza de una vez
en lugar de rompérmela con pequeños golpes
que hagan llevadera la derrota.
Porque la derrota nunca es llevadera,
es solo un dialecto del fracaso.
Si sientes culpa, no la sueltes con una despedida a medias,
marchándote un poco el martes
y volviendo mañana,
para dejar la foto el jueves.
No me dejes como quien deja irse deshaciendo en su boca
el caramelo del remordimiento,
ni te vayas yendo lentamente,
poniendo al futuro sobre aviso.
No me entregues la soledad por fascículos, no lo dilates.
Yo quiero que asumas la culpa y la bondad que hay en ello,
desamor sin maquillaje, la verdad sin photoshop.
No te quedes junto a mí,
te lo ruego,
no lo hagas
si es así como
te sientes.
Pero si no es esto lo que te aleja,
si solo es temor a que el fracaso
muerda un día nuestras noches,
si temes que sea yo quien me despida,
o si lo que te aleja de mí es,
por ejemplo,
el pasado sujetándote el vestido,
o el zumbido que rodea a los que aman
y fueron desamados,
entonces quédate
y paga al corazón lo que te pida.
Y si se acaba da gracias al final
por el regalo que el amor
nos dejó entre las manos.
Que no hay gloria mayor
que la que ofrece el amor cuando se da,
ni dolor más merecido que el que viene
cuando el dedo del adiós toca el timbre de tu casa.
Y otra vez a revolver en las noches que me inventé. Las noches que creí tenerte para luego verte desaparecer. Las letras que te mereces, los tonos que expresen lo que tontos como yo deseen.
Que si miras bien eres nada, no más que un cuento de hadas de un minuto, porque fuimos, somos y seremos nada. Pero en ese vacío, en esa parada, vuela esa estrella dorada, fugaz como ninguna. Que se sienta bella, amada y con fortuna, pues una a una experimentan la locura de dar una calada y sentirse solas e inseguras.
Y con esta prueba superada, tú me juras que, entre el mal y el bien, no hay más que un giro de cabeza: un beso en la sien que con toda certeza apuntaba al corazón. Ahora tus labios son, testigos de la labor, que pico y pala hicieron en tierra de dos. Porque chilla más que suena. No es dolor, es pena...de que una virtud sea tu condena.
"Hola. Solo vengo a despedirme como sé, necesitaba mis días para aclarar mi mente, hacer las cosas de una manera correcta y saber bien qué te quería decir y cómo te lo quería decir. No espero ninguna contestación de tu parte, sólo quería ser sincera contigo y conmigo.
Inevitable e irremediable es tenerte en mis pensamientos, ya que te apareces en cada rincón de mi surrealista y caótica mente, la cual ya es dependiente de ti y de tu belleza poética.
Estás allí, en el rincón más oscuro y hasta en el más recóndito, estás en ese que ya estaba olvidado y en ese que sueña todo aquello que quiero tener a tu lado.
Estás allí, en ese rincón de mi mente que con tristeza recuerda el pasado y en ese que con alegría vive presente, también estás en ese donde mi mente se llena de versos melancólicos y en ese que estalla en colores llenos de esperanza.
Estás allí, en ese rincón donde todo es locura y en ese donde todo es paz y ternura, estás también en ese donde la lujuria y la perversión son los dueños, y en ese donde la bondad reina por completo.
Estás allí, en ese rincón donde la fantasía se crea en mi mente y también estás donde cada idea se encuentra con la única verdad, estás donde todo tiene sentido y también donde todo carece de explicación.
Estás allí, en cada uno de ellos y en todos a la vez, porque mi mente, mis pensamientos y cada sueño en él, es tu hogar.
Espero de todo corazón que allí donde te encuentres y allí donde nos volvamos a encontrar, puedas saber y sentir que aquí estoy y que siempre te estaré queriendo con toda mi mente y todo mi corazón.
Porque tú, siempre estás y siempre vivirás en mí."
Anónima
"Ha sido fatal llegar a la habitación, está súper vacía. Ha sido peor cuando he leido la carta. Me muero de pena ahora mismo la verdad. Tenía una pequeña esperanza de que se te hubiese pinchado una rueda y tuvieses que quedarte un día más por lo menos. Pero GRACIAS por este fin de semana y por todos nuestros días. Eres lo mejor que se ha cruzado en mi vida y espero que, de una forma u otra, te quedes en ella. No sé qué siento ahora mismo. Tengo un nudo en la garganta y no puedo dejar de llorar. Supongo que el tiempo aclarará y calmará todo. Te quiero muchísimo. Ya te echo de menos."